lunes, 13 de septiembre de 2010

Toda la tierra conocida había caído en manos de los ejércitos oscuros del norte.

Solo algunos focos de resistencia de los señores de la magia de la tierra y el cielo aun persistían en no doblegar esas tierras en manos de la oscuridad.

Semanas atrás, antes de que las hordas cruzaran los mares y arrasaran las tierras conocidas un grupo de aventureros había dejado la ciudad de Eoyn y habían llegado a Lorena como buscavidas que el destino había cruzado en el camino, y como otros tantos, esperaban reanudar sus viajes solos.

Sin embargo una misteriosa mujer elfica les realizo un encargo mientras la ciudad caía atacad por goblins y kobolds enardecidos en gritos y fuego. Partieron entonces los viajeros hacia el norte, hacia las tierras enlutadas y las montañas de la sombra. Una enorme cueva en el pie de las montañas coincidía con aquella dibujada en el mapa que le había entregado la Dama elfica al grupo de aventureros.

Internaron se entonces en las fauces de la montaña y comenzaron a abrirse paso por antiguas pasajes de piedra, y profundos abismos, cada vez más adentro de la montaña, cada vez más cerca del extraño artefacto que había sido encargado en Lorena por Canaian la elfa.

Los ejércitos de la oscuridad no ignoraban este movimiento silencioso de los señores de la magia y no dudaron en enviar sus ejércitos malditos y condenados a las profundidades de la tierra, en busca del mismo artefacto, en las mismas cavernas.

Uno a uno las fuerzas de la oscuridad cayeron frente a los héroes de Lorena.

Al fin, cuando todos los cadáveres nauseabundos de los sawahilins llenaban el lugar, debieron enfrentarse a un antiguo poder de las profundidades, un ser mas allá de las disputas del mundo.

Unos días después, y con dos nuevos compañeros de viaje, los aventureros llegaron al campamento de la resistencia de Lorena, entablado fuera de las murallas de la, antes, poderosa ciudad fortificada. Las torres de los templos ardían a lo lejos mientras Toc, el enano manco que los ayudara a salir a la superficie, los conducía por el camino de la montaña, entre cuyas laderas se encontraba el campamento, preparándose en secreto para un ataque donde el único destino sería la muerte, pero en la batalla, no como esclavos de las fuerzas del norte.

¡Los señores de la marca del sur han llegado! Se escuchaba primero en murmullos y luego como vitoreó y golpes de espadas y hachas contra el metal magullado de los escudos.

Vengan por aquí, les dice Toc mientras les abre la puerta de una tienda más grande de cueros de búfalo y ovejas. Una anciana enana, algo sucia y encorvada les hace una seña débil, casi imperceptible de que se acerquen.

La vieja sacerdote les explica que ese artefacto es el molde de la imagen que Canaian les había entregado en donde podía verse la pieza. El poder residia en esa imagen, ese sello mágico podría revertir la balanza de los poderes en esa guerra.

El sello mágico ha quedado en Lorena, en manos de un soldado de su majestad el rey de las minas de Fagar Tore.

Ustedes, los señores de la marca del sur, aquellos que por el destino encontraron el artefacto, aquellos que el consejo de altos señores magos habían designado para recuperar el objeto debían entrar a esa ciudad en llamas, dominada por las fuerzas del mal y la oscuridad y gobernada por el mismísimo Valhaj kal, recuperar el sello y luego salir vivos, o sacar el sello de alguna forma.

6 señores de la marca del sur, el sello de la marca del sur, la marca del sur y sangre de un caído.

Es su destino.

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